21 días es el tiempo que necesitamos para cambiar un hábito, ¿lo sabías?

¿Qué es exactamente un hábito?

Un hábito es un automatismo. Una acción o pensamiento que reproducimos sin prestar atención, de forma automática. Nuestra parte consciente se alimenta de lo que percibimos aquí y ahora, recibe datos en el momento y trabaja con una memoria RAM.

El subconsciente es la caja de los recuerdos donde guardamos todo lo que vamos aprendiendo. Es donde se genera un histórico de los procesos vitales del cuerpo, donde se almacenan los datos recibidos de nuestra parte consciente. Estos datos crean aprendizaje el cual genera nuestros hábitos que moldean nuestras conductas.

Se cambia fácilmente algo cuando ese algo es sencillo. Un cambio de conducta implica una reconfiguración de nuestro software cerebral, una alteración del patrón mental que la genera.

Imagen: Viabinaria.com
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La mente es una observadora atenta de lo que percibe, traduce cada dato a raíz de un mapa pre-construido. A través de este mapa envía impulsos eléctricos a nuestro cerebro que así genera respuestas, ejecutando un proceso de forma automática. Para pensar y vivir mejor es necesario armonizar el sistema cerebral con el sistema emocional.

Un hábito poco saludable, pese a que nos perjudique, se repite. Para evitar que triunfe la rutina, hay que proponerle a nuestro cerebro otras opciones más interesantes para que el invente respuestas diferentes.

Es necesario explicitar el cambio y trazar una ruta para que el cerebro lo entienda y se acostumbre. El cambio es un estresor para el cerebro. La sustitución de lo viejo con lo nuevo activa la zona pre frontal conectada al circuito del temor y consuma mucha energía.

El momento crucial para entender el beneficio del cambio es interno y debe presentarse en un formato atractivo, para que refuerce la concentración de la mente (y por consecuencia de la energía) en un punto diferente.

El cambio en 21 días re-configura la forma de hacer algo para tornarlo natural como si siempre se hubiera hecho así.

William James, filósofo y psicólogo norteamericano fundador de la psicología funcional, elaboró la teoría según la cual “si hacemos algo con asiduidad durante 21 días, esto se convertirá en un hábito para nosotros”. En el capítulo dedicado al hábito de los Principios de Psicología (1890), James explica como la plasticidad del sistema nervioso ejerce un efecto en el cerebro modificándolo, creando nuevos circuitos neurales que determinan y modifican su funcionamiento.

Los hábitos que responden a una tendencia innata derivan del instinto, son instintos; los hábitos que responden a nuestra educación derivan de nuestra mente racional, son actos de la razón. Ambos dirigen y simplifican los movimientos o acciones necesarias y automatizan las conductas reduciendo la atención consciente.

El tiempo desempeña un rol fundamental en los procesos de cambio.

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Si es verdad que la materia, siendo orgánica, es moldeable y permite preservar nuestra estructura y nuestra estabilidad en un entorno cambiante, igualmente no puede aceptar de golpe un cambio de status porque necesita preservar su integridadEl factor tiempo es entonces imprescindible.

Una vez que la estructura ha cedido a los cambios y adopta una nueva configuración, “la inercia actúa como condición para la permanencia tanto de la nueva forma como de los hábitos manifestados y adquiridos en el nuevo estado.

Así pues, plasticidad, en la acepción amplia de la palabra, significa poseer una estructura lo suficientemente débil para ceder ante una influencia, pero también lo bastante fuerte para no ceder de golpe.

En esta estructura, cada fase de equilibrio relativamente estable se caracteriza por lo que podríamos llamar un nuevo conjunto de hábitos” (James, 1890, pp. 86-87).

 

Un pensamiento repetido genera una acción. Un acción repetida genera un hábito. Un hábito repetido genera un carácter.

Liberarte de los hábitos es cuestión de fuerza de voluntad y compromiso. La motivación es el empuje para tomar la decisión pero por si sola no es suficiente. La determinación y la continuidad hacen que lleguemos al objetivo. Ponerlo en práctica de forma exitosa implica reconfigurar tu cerebro.

Así que primero hay que identificar la actitud que quieres cambiar, tomando consciencia y haciéndote responsable de ella así comprender cómo o en qué te afecta.

Paso seguido es determinar qué cambio quieres generar y cuáles son las razones que te mueven, identificando los beneficios que se producirán en tu vida, visualizando cómo será o cómo estarás una vez el cambio se haya producido.

De allí marcar fecha de inicio y de fin y obviamente monitorearte, ajustando o modificando tu entorno para que las condiciones externas favorezcan y acompañen tu proceso.

Algo más sobre el número 21

Numerosas culturas y religiones le atribuyen un significado mágico o sagrado. Para la religión católica, el 21 representa la perfección y es por este motivo que se utilizaba en varios rituales como las 21 armas o las 21 campanadas para el Angelus.

En la Antigua Grecia el 21 era asociado al caos y a la locura, de hecho se pensaba que los niños nacidos en este día del mes eran más propensos a padecer alguna enfermedad mental.

El 21 es uno de los números de la sucesión de Fibonacci, la cual es una serie de números que se encuentran presentes en múltiples aspectos de la naturaleza, la proporción y la arquitectura, y cuya relación es tremendamente cercana a la proporción aurea.

En la tradición oral espiritual se dice que 21 gramos es el peso del alma que se pierde al morir.

Mientras según la cultura occidental el 21 es el número de la suerte.

En la numerología el 21 es relacionado con las artes, la actuación, la escritura, el drama, el liderazgo, el individualismo y también lo social y lo creativo, es considerado el numero de la adivinación (7+7+7). Por su raíz 3 representa la popularidad, la autoexpresión, el intelecto, los libros, la actividad pública en general. Se le atribuye también un poder magnético que reúne en si la receptividad y la cooperación, por la imaginación y la sensibilidad del 2 al que se suma la fuerza del 1.

Según el Tarot, el numero 21 representa el mundo coronado con todos a sus pies. Éxito, triunfo, suerte, victoria, realidad, premio, plenitud. Su significado en los tres planos es el siguiente:

  • Plano espiritual : La fusión de la energía creadora en la propia creación, la realización plena y total.
  • Plano anímico : La superación de todos los problemas.
  • Plano material : Disponer de todas sus energías.

Su interpretación es siempre condicionada por las cartas que la rodean.[1]

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[1] tarot.euroresidentes.es

Vittoria Veri Doldo ~ Health Coach

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