La relación de pareja es una de las más idealizada, desde siempre. Pero, siendo una de las relaciones más profunda e intima entre las que podemos llegar a tener en la vida, no es fácil de gestionar y entender.
Al pensar en la palabra Amor, en la búsqueda de Amor, en la felicidad, es muy común centrar la mente en la pareja o quizás en los hijos.
Sentirse completos y felices
Nuestra historia está impregnada de esta asociación Amor-Pareja o bien Amor Incondicional-Hijos. Se ha generado una conciencia colectiva para la cual necesitamos una pareja o bien hijos para sentirnos completos y felices.
Y que el Amor es verdadero si dura para toda la vida con la pareja y si es incondicional hacia los hijos. Todo lo que no responde a esta combinación, no es válido ni es verdadero.
Nos hablaron de media naranja, de alma gemela, de encontrar la persona que te completa, de encontrar la felicidad gracias a tener una pareja estable.
Las mujeres lo tenemos algo más difícil porque, para complicar más el asunto, nos contaron ¡la historia del príncipe azul!
Este hombre que llega, te regala flores y palabras bonitas, te protege, es el padre perfecto para tus hijos y nunca te decepcionará ni te traicionará. Figura que, de hecho, existe solo en los cuentos. Por la cual culpamos a los hombres de no responder a la perfección a ese modelo que no existe ni es necesario que exista.
¡La realidad es otra!
Creo que todos tenemos suficientes pruebas como para entender que eso que nos contaron no responde a la realidad!
Nadie se tomó la molestia de añadir a este cuento bonito que, si no te amas primero a ti mism@ y no te aceptas tal y como eres, difícilmente sentirás el Amor verdadero y lo podrás devolver o compartir con otros.
Y tampoco matizaron esta información, añadiendo que amarse a uno mismo no es sinónimo de ser egoísta, porque no tiene nada que ver con el egoísmo.
Nadie nos lo explicó desde el principio
Si no te amas a ti mismo, siempre sentirás una falta interior y buscarás en el otro algo (que ni sabes que es) que llene ese vacío.
Y en el momento en que no te devuelvan lo que tu esperas – porque está claro que no pueden hacerlo – te lo tomarás mal.
Y allí empezarán todos los verdaderos problemas de pareja…
Algo parecido ocurre con los hijos, cuando intentas darles todo lo que tu nos has podido tener ni vivir, lo que tus padres no te han dado y tu necesitabas. Pero estás segur@ que lo que te ha faltado a ti o lo que tu necesitabas, corresponde a lo que le puede faltar o a lo que pueden necesitar tus hijos?
¿No crees que son vidas y caminos diferentes? ¿Y que a lo mejor, aunque sea con todas las buenas intenciones, ese afán de dar lo que te faltó, te impide ver y comprender las necesidades reales de tus hijos? ¿De aceptar que quieran recorrer caminos diferentes?
Todo tiene su momento
Hay cosas en la vida que, una vez pasado el momento, ya no vuelven, no se recuperan. Simplemente hay que aceptarlo, encontrar la forma de sanar y seguir adelante. La búsqueda infinita de la pareja perfecta no lleva a ningún destino y hace que te sientas siempre más perdid@, más sol@ y más vací@.
Si tu no tienes la culpa de tus circunstancias, menos aún la tiene una persona ajena a los acontecimientos de tu pasado.
Si no aguantas tu carga, dársela a otros no te libera del peso, sino más bien te añade un problema. Porque los demás acabarán manifestando la necesidad de liberarse de ese peso que no les pertenece y te lo devolverán.
Y a esta ida y venida se añaden una infinidad de emociones desagradables que agrandan tu herida.
Adonde hay que ponerle atención y reflexionar es en el hecho que ni un hijo ni una pareja están en este mundo para ser herramientas que llenen nuestros vacíos interiores. Ni para satisfacer necesidades personales incumplidas.
Amar con condiciones
Si es cierto que existe al Amor Incondicional, hasta que no cultivemos ese sentimiento hacia nosotros mismos y hacia todo lo que nos rodea, estaremos amando, pero con condiciones. Tanto a la pareja como a los hijos.
Amamos casi siempre con condiciones.
Queremos que la otra persona sea ‘así o asá’ y que ‘haga eso u otra cosa’; o bien que ‘nos de aquello, pero no nos quite lo otro’.
Con los hijos es lo mismo, queremos que actúen y respondan a un modelo de comportamiento que debe cumplir con nuestras expectativas, con nuestra proyección a futuro.
El hecho de ‘darlo todo’ en la pareja o desvivirse por los hijos no se traduce en amor incondicional. Donde hay expectativas habrá decepciones cada vez que algo o alguien no cumple con nuestra idea.
Al Amor verdadero no tiene nada que ver con esto.
Somos seres completos independientemente de tener o no pareja o bien hijos.
El Amor existe de por sí, no solo cuando lo das a otro o cuando otro te lo da a ti. El amor es libre de expectativas, cargas y necesidades.
El amor acompaña el camino individual de cada uno y está allí para ayudarnos a evolucionar como individuos, para dar voz a nuestra alma y aparcar el ego, los miedos, el orgullo y llevarnos a la aceptación y al desapego.
El amor verdadero nos libera y nos conecta con nuestro propósito de vida. Nos conecta con Tod@ y esto hace que encontremos el sentido de la existencia, de las circunstancias propias y ajenas, del rumbo del mundo.
Claro que el Amor es dar y recibir, es un intercambio, pero no en el sentido del deber si no en el sentido del fluir!
Nadie tiene la obligación de amarnos ni mucho menos en la forma que nosotros pensamos que necesitamos o que sea correcta. El Amor no es un ideal ni una idea, ni una tarea, ni un deber, ni una obligación.
El Amor va más allá de ideas y necesidades. El Amor es servir, dar sin pensar ni preocuparse ni pretender un resultado ni una devolución.
Si amo solo lo que yo quiero o lo que me conviene, estoy haciendo otra cosa.
Si amo solo cuando la situación, circunstancia o persona me hace estar bien, la entiendo, la controlo, pues esto tampoco es amor.
Y si amo cuando el otro me hace sentir segur@, tampoco voy por el buen camino.
Lo difícil es que, realmente, el cuento bonito está tan metido en tu subconsciente que no va a ser automático desprenderse de ello.
El cambio empieza contig@.
Toma la determinación de cuidar de ti, de sanar tus vacíos y de abrirte al mundo aunque esto pueda causarte sufrimiento.
Si te olvidas y desapegas de los resultados de tus actos y no impones nada a nadie, pues así sí que estarás en el buen camino.
El Amor lo es todo y este todo está ya en ti!
Olvídate de los cuentos y cumple con el propósito por el cual estás en este mundo: crear algo nuevo, ser feliz y compartir y radiar tu felicidad.
John Lennon lo expresa muy claramente en el escrito que copio a continuación…
~
Nos Hicieron Creer ~ By John Lennon
Nos hicieron creer que el gran amor solo sucede una vez, generalmente antes de los 30 años.
No nos contaron que el amor no es accionado, ni llega en un momento determinado.
Nos hicieron creer que cada uno de nosotros es la mitad de una naranja, y que la vida solo tiene sentido cuando encontramos la otra mitad.
No nos contaron que ya nacemos enteros, que nadie en la vida merece llevar a sus espaldas la responsabilidad de completar lo que nos falta.
Nos hicieron pensar que una formula llamada “dos en uno”: dos personas pensando igual, actuando igual, era lo que funcionaba. No nos contaron que eso tiene un nombre “anulación”. Que solo siendo individuos con personalidad propia, podremos tener una relación saludable.
Nos hicieron creer que el casamiento es obligatorio y que los deseos fueran de termino y deben ser reprimidos.
Nos hicieron creer que los guapos y flacos son mas amados.
Nos hicieron creer que solo hay una formula para ser feliz, la misma para todos, y los que se escapan de ella están condenados a la marginalidad.
No nos dijeron que estas formulas son equivocadas, frustran a las personas, son alienantes y que podemos intentar otras alternativas.
Cada uno lo va a tener que descubrir solo. Y ahí, cuando estés muy enamorado de ti, vas a poder ser muy feliz y te vas a enamorar de alguien.
Vivimos en un mundo donde nos escondemos para hacer el amor….aunque la violencia se practica a plena luz del día.
~
Imágenes: Pixabay.com; Pexels.com; Freepik.es
~