Ser madre y ser hij@: visión y vivencias distintas
Ser madre y ser hij@, dos roles muy distintos y no tan fáciles de gestionar…
Hoy comparto un texto de una Blogger italiana cuya capacidad comunicadora y cuya verdad me gustan mucho y admiro.
Se trata de un escrito en el que explica, con una claridad emocional brutal, qué quiere decir para ella ser madre y cómo la visión de madre sea tan diferente y evolucione de forma tan distinta de la de los hijos.
Hay tantas cosas que, hasta que no maduramos lo suficiente, no somos capaces de entender y valorar de nuestros padres.
Cuando somos muy jóvenes vemos la vida solo desde nuestro metro cuadrado, desde nuestras necesidades. Damos por hecho que los padres están allí, por y para nosotros. A menudo les culpamos de todo lo que no podemos conseguir, de todo lo que no queremos admitir, de los ‘nos’ que nos dicen y de su incapacidad de entendernos.
Y cuando les necesitamos, pretendemos que estén allí, una vez más, por y para nosotros, como si fuéramos el centro de su mundo.
No consideramos lo duro que es ser padres y pretendemos que ellos sean perfectos. No admitimos margen de error. Hasta que no maduramos…
Y mientras tanto, en este proceso, ¿Cómo se sienten ellos? ¿Cómo se siente una madre?
La Blogger Silvia Santo nos comparte su visión y sus sentimientos.
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<< El tiempo, poco a poco, me liberará de la extenuante fatiga de tener hijos pequeños. De las noches sin dormir y de los días sin reposo.
De las manos gorditas que sin parar me agarran, me escalan por mi espalda, me cogen, me rebuscan sin restricciones ni vacilaciones. Del peso que llena mis brazos y dobla mi espalda. De las voces que me llaman y no permiten retrasos, esperas, ni vacilaciones.
El tiempo me devolverá el ocio vacío de los domingos y las llamadas sin interrupciones, el privilegio y el miedo a la soledad. Aligerará, tal vez, el peso de la responsabilidad que a veces me oprime el diafragma.
El tiempo, sin embargo, inexorablemente enfriará otra vez mi cama, que ahora está cálida de cuerpos pequeños y respiros rápidos. Vaciará los ojos de mis hijos, que ahora desbordan de un amor poderoso e incontenible.
Quitará desde sus labios mi nombre gritado y cantado, llorado y pronunciado cien, mil veces al día. Cancelará, poco a poco o de repente, la familiaridad de sus pieles con la mía, la confianza absoluta que nos hace un cuerpo único. Con el mismo olor, acostumbrados a mezclar nuestros estados de ánimo, el espacio, el aire que respiramos.
Llegarán a separarnos para siempre el pudor, la vergüenza y el prejuicio. La conciencia adulta de nuestras diferencias.
Como un río que excava su cauce, el tiempo peligrará la confianza que sus ojos tienen ante mi, como ser omnipotente. Capaz de parar el viento y calmar el mar. Arreglar lo no-arreglable y sanar lo insanable.
Dejarán de pedirme ayuda, porque ya no creerán que yo pueda en ningún caso salvarlos.
Pararán de imitarme, porque no querrán parecerse demasiado a mi. Dejarán de preferir mi compañía respecto a la de los demás (y ojo, esto tiene que suceder!)
Se difuminarán las pasiones, las rabietas y los celos, el amor y el miedo. Se apagarán los ecos de las risas y de las canciones, las nannas y los Erase una vez… acabarán de resonar en la oscuridad.
Con el pasar del tiempo, mis hijos descubrirán que tengo muchos defectos y, si tendré suerte, me perdonarán alguno.
Sabio y cínico, el tiempo traerá consigo el olvido.
Olvidarán, aún así yo no olvidaré. Las cosquillas y los “corre corre”, los besos en los párpados y los llantos que de repente paran con un abrazo. Los viajes y los juegos, las caminatas y la fiebre alta. Los bailes, las tartas, las caricias mientras nos dormimos despacio.
Mis hijos olvidarán que les he amamantado, mecidos durante horas, llevado en brazos y de la mano. Que les he dado de comer y consolado, levantado después de cien caídas. Olvidarán que han dormido sobre mi pecho de día y de noche, que hubo un tiempo en lo que me han necesitado tanto, como el aire que respiran.
Olvidarán, porque esto es lo que hacen los hijos, porque esto es lo que el tiempo elige.
Y yo, yo tendré que aprender a recordarlo todo también para ellos, con ternura y sin arrepentimiento, ¡gratuitamente! y que el tiempo, astuto e indiferente, sea amable con esta madre que no quiere olvidar. >>
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Fuente y agradecimiento: UnaMammaGreen
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