Adolescencia: manual para padres
En un articulo anterior te hablaba de adolescencia, de lo que la caracteriza y de cómo gestionarla. Hoy profundizamos un poco más en esta segunda entrega que titulo: Adolescencia: manual para padres.
¡Vamos a ello!
Primera pregunta: ¿Son l@s chic@s que han cambiado mucho o bien son los padres que carecen de recursos?
Quizás ambas cosas son ciertas, pero hay matices…
Si el cambio generacional ha marcado, desde siempre, cierta distancia entre padres e hij@s, a día de hoy la evolución está siendo tan rotundamente rápida que es bastante complicado estar al paso.
La vida ha cambiado mucho. El ritmo diario es frenético, los padres disponen de menos tiempo para estar con sus hij@s y atender sus necesidades; los hij@s están metidos en un sin fin de actividades extra escolares o se quedan solos en casa, sin referentes ni control alguno.
No es solo un problema de cantidad de tiempo que ya no se comparte, sino también de calidad. En el poco tiempo que los padres tienen para compartir, están agotados o existen otras necesidades y compromisos que atender.
Y en esta vorágine el dialogo es un absoluto desconocido.
Los hij@s no tienen la culpa y los padres tampoco. Cada parte hace lo que puede en base al grado de conciencia y entendimiento del que dispone en cada momento. Vale, bien, pero, ¿Cómo se gestiona todo esto?
Los niños y niñas de hoy disponen de tanta información que acaba sobre estimulándolos cuando, aún, no tiene un nivel de madurez adecuado como para gestionarla.
Lo fácil es decir: son los padres que les dejan hacer lo que les da la gana, les compran videoconsolas, móviles, tabletas y les dejan abandonados. Si y no…
Hoy en día es bastante complicado alejar o privar los chavales de la tecnología. Se han formado con ella y nuestra sociedad la mastica las 24h del día. En los colegios, institutos, universidades, utilizan esa misma tecnología para estudiar y para conocer el mundo.
De hecho no se trata de privarlos de ella, sino más bien de educarlos y de integrar tiempo con y tiempo sin tecnología.
Si como padre o madre, cuando voy a un restaurante con mis niñ@s, les dejo juguetear con el móvil o con la tablet, estoy fomentando un problema.
Si hago lo mismo en los pocos momentos que se comparten en casa, dejando que mis hij@s utilicen el móvil durante las comidas o las cenas o, simplemente, cuando estamos juntos en el sofá; y si como padre o madre estoy enganchad@ al móvil todo el rato en casa y fuera de ella, pues sí, estoy fomentando el problema.
Has visto alguna vez niñ@s pequeñ@s en el carrito con una especie de palo selfie enganchado y un móvil puesto allí para que vean dibujos animados o lo que sea, mientras se les lleva? ¿Te parece una practica educativa favorecedora para el niño o niña?
Qué pasa en la era actual: que los padres se ven sobrepasados por sus hij@s y, a menudo, para no tener que gestionar problemas, distraen su atención a través de la tecnología u otras cosas. ¡Error!
Y esto de distraer la atención, los padres lo hacen también con sus propios asuntos, ¡porque no hay tiempo ni fuerza ni recursos para gestionarlo todo y salir vivos de ello! Así de clara y así de abrumadora es la realidad.
Entonces, vamos con la segunda pregunta: ¿¡cómo se soluciona esto!?
Regla no. 1.
Tomate tu tiempo antes de dar una respuesta.
L@s niñ@s en estas edades no disponen de empatía.
No es que no quieran sensibilizarse contigo, es que directamente no han desarrollado esta capacidad. Por lo tanto, actúan por interés propio, únicamente.
Tacharles de egoístas no sirve de nada, solo empeora su proceso de aprendizaje, su conducta y la idea que pueden llegar a tener de si mism@s.
Entonces, frente a las preguntas o solicitudes o pretensiones de los hij@s, esas que ponen los padres entre la espada y la pared, hay que tomarse un tiempo para reflexionar y, luego, dar una respuesta que sea coherente.
La coherencia, de hecho, es clave.
Cuantas más dudas tenga un adolescente, más vendrá a ti para conseguir una respuesta. Y si esta respuesta hoy es ‘no’ y mañana, sin razón aparente, es ‘si’, lo que se fomenta es que se salten las normas como y cuando quieren. Porque reciben un mensaje contradictorio y saben que, además, pueden hacer lo que quieren con las supuestas consecuencias.
Piensa también que los hij@s tiene memoria selectiva: recuerdan lo que quieren o lo que les conviene.
Si por la noche les dices que al día siguiente no les dejas salir, si antes no acaban deberes y ordenan sus cosas, es muy probable que pasen empíricamente de ti.
Pero, si les prometes que, dentro de 6 meses o 1 año, podrán ir a tal concierto o fiesta con sus amigos, tranquil@ que no se le va a olvidar en la vida. Y, cómo luego cambies tu versión, allí tienes servido el conflicto.
Así que, tomate tu tiempo para dar respuestas y aclara cualquier duda que pueda surgir en el momento. Si hace falta, retoma el tema y, con coherencia, repite el acuerdo al que habéis llegado entre solicitud de una parte y respuesta de la otra parte.
Regla no. 2
Negocia y sé coherente.
Evitar ser categóricos es imprescindible.
La flexibilidad es una gran aliada en las situaciones potencialmente conflictivas.
Además, si tu eres categóric@, ell@s lo serán más que tu y te taladrarán con sus cosas, sin parar de pedir y pedir y de acusar y de culpabilizar. ¡Nunca olvides que son unos manipuladores emocionales natos!
Si quieres evitar este caos, negocia una solución que funcione para ti y para ellos; que crean que, de una forma u otra, se han salido con la suya.
Ejemplo, el hijo: quiero salir de fiesta hasta las 6 de la mañana y quedarme a dormir en casa de una amiga. Los padres: bien, puedes salir, pero hablaré con los padres de tu amiga para que os vengan a recoger a las 4 de la mañana y os lleven a su casa y te podrás quedar allí hasta ‘x’ hora al día siguiente. Luego te vendré a buscar así harás los deberes y te prepararé tu comida favorita.
¿Protestará? Pues si, es inevitable! Porque ell@s siempre quieren tener la razón, llevarte la contraria y presionar y provocar para ver hasta dónde pueden llegar.
Ni te preocupes. Mantente firme y coherente y llega a un acuerdo que sea viable para ti y para tu hij@. Es también esta una forma de que se sientan escuchad@s y guiad@s.
Regla no. 3
Empatiza con ell@s.
Durante la adolescencia, los cambios hormonales son muy bestias.
Un adolescente a menudo pasa de la euforia más grande a la más oscura tristeza y no sabe identificar las causas. A menudo, no hay causas concretas, son los cambios hormonales que les hacen vivir en una montaña rusa de emociones.
Los primeros en pasarlo mal son ellos. Y es difícil entenderlo cuando recibes respuestas muy fuera de lugar, faltas de respeto o vives sus cambios de humor repentinos. De hecho, los segundos en pasarlo mal son los padres.
Pero, piensa que es algo que no pueden controlar y que hay muchas cosas que aún no están preparados para entender, no tienen tablas suficientes para gestionarlas.
El adulto eres tu y la responsabilidad de tu rol (ya que has elegido ser padre o madre) es guiarle y acompañarle, aún cuando no entiendas lo que está pasando.
Cuando un adolescente pierde el control, es importante hacerle ver su comportamiento y argumentar que existen otras formas de reaccionar y gestionar una situación. Explicarle que no está loco o loca por sentirse o reaccionar así.
Con el tiempo, irá discerniendo cómo reaccionar en las distintas situaciones, a medida que forje su personalidad, que se identifique con los valores que se les ha transmitido y que su sistema hormonal se estabilice.
Con estas edades, hay procesos que el cerebro pasa por alto. Es decir, el cerebro está ocupado en otros asuntos más importantes o más inminentes que deben garantizar el desarrollo del niño o de la niña.
Por lo tanto, hay otros procesos cognitivos que no se abordan internamente. No es el niño o la niña que no quiere entender, es su cerebro que pone en stand by ciertos procesos para gestionarlos cuando sea el momento.
Esto lo verás superados los 16 años, cuando la fase adolescente empieza a remitir, por decirlo de alguna manera.
Pues, es todo por hoy. Seguiremos con esta sección de: Adolescencia: manual para padres. Así que, ¡queda atent@!
~
Vittoria Verì Doldo ~ Health Coach
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