El elemento esencial en el aprendizaje es la emoción: la neurociencia lo demuestra
Sin emoción no hay curiosidad, no hay atención, no hay aprendizaje, no hay memoria.
Es indudable como lo que sentimos es lo que realmente se queda en nuestro interior. No es lo que alguien nos dice, no son las palabras en sí ni lo que estamos escuchando, no es un mero sonido que el cerebro registra y etiqueta. Más bien es cómo lo que escuchamos nos hace sentir.
Es la emoción que nos provoca lo que vemos, las sensaciones que nos produce una mirada, el recuerdo de algo vivido o la proyección de algo incierto que no sabemos si se producirá o no.
Lo que nos hace vibrar es lo que realmente se queda grabado en nosotros y marca nuestros pasos y nuestras reacciones.
El cerebro asocia sensaciones a imágenes, sin distinguir lo que es real y lo que es imaginación. Por lo tanto, cualquier cosa que se nos presente, el cerebro intentará asociarla a una sensación o imagen para así etiquetarla, controlarla y saber cómo reaccionar.
El investigador en neurociencia Francisco Mora asegura que el elemento esencial en el proceso de aprendizaje es la emoción.
Porque sólo se puede aprender aquello que se ama, aquello que aporta algo nuevo a la persona, que significa algo, que sobresale del entorno («Neuroeducación«, el libro que acaba de publicar en Alianza Editorial).
Según el investigador: «La alegría es la base de cualquier aprendizaje». ¿Cómo no estar de acuerdo?
El científico señala que “los niños hoy aprenden, desde muy pronto, conceptos abstractos en habitaciones con ventanales sin mucha luz o luz artificial, con el rigor y la seriedad de maestros. Este sistema se aleja de aquel “juego” primitivo que generaba aprender y memorizar de lo sensorial directo, “con alegría”, base de la atención y el despertar de la curiosidad”.
Entender esto hoy en su raíz y desde la perspectiva de cómo funciona el cerebro y sacar ventaja de ello –afirma– “es un primer principio básico de la enseñanza que permite llegar a aprender y memorizar mejor.
Estos principios se pueden extender en su aplicación no solo a la enseñanza básica o durante la adolescencia, sino a los más altos estudios universitarios o a estudios aplicados sea la empresa o la investigación científica”.
Asimismo, añade que “la neurociencia cognitiva ya nos indica, a través del estudio de la actividad de las diferentes áreas del cerebro y sus funciones, que solo puede ser verdaderamente aprendido aquello que te dice algo, aquello que llama la atención y genera emoción, aquello que es diferente y sobresale de la monotonía”.
“La atención, ventana del conocimiento, despierta cuando hay algo nuevo en el entorno.
Ese ‘algo nuevo’ apela, como hace millones de años, a la supervivencia como último significado” –añade–.
“La atención nace de algo que puede significar recompensa (placer) o castigo (peligro) y que, por tanto, tiene que ver con nuestra propia vida”.
“Pero con el devenir evolutivo y la propia civilización –advierte Mora–, aprender y memorizar son mecanismos que hemos llevado a unos niveles tan abstractos y de tan alto calado social que escapan. Se han venido alejando de las raíces inviolables, genéticas y evolutivas, de aquella alegría que, en su origen, significó verdaderamente aprender y memorizar”.
¿Cómo hace el cerebro para dar vida a la enseñanza de una forma constructiva y que llena al individuo?
El Dr Mora evidencia que es crucial revitalizar la manera de enseñar y, por consecuente, la forma de aprender. Lo cual requiere un conocimiento profundo de cómo funciona nuestro cerebro en los procesos correspondientes y transmitirlo. ¿A quién?
Pues a profesores, docentes, educadores, maestros, a todos los que tienen la suerte y la responsabilidad de trasladar informaciones y mensajes a los demás. Y evidentemente este no es un cambio fácil.
Años de historia han creado modelos no solo de enseñanza, sino también de pensamientos. Es muy difícil abandonarlos o sustituirlos, así por así.
Se trata de cambiar esquemas, cuestionar métodos y tener el cuidado como para que los docentes no vivan el cambio como un fallo personal o una culpa o una acusación hacia su persona/profesionalidad.
La aportación de la enseñanza hasta ahora es igualmente indudable.
El punto es que el cambio y la transformación son necesarios y, diría, imprescindibles.
El recién creado Centro de Neurociencia para la Educación de la Universidad de Cambridge, o la International Mind-Brain and Education Society, a través de su revista Mind, Brain and Education”, ya han empezado a implementar el cambio de paradigma.
¡Conseguirlo pues es algo posible!
~
Fuente: Canallector.com; autoconocimientointegral.com
Imagen destacada: Imagenesgt.com
Vittoria Veri Doldo ~ Health Coach
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2 Comentarios
Marta Elena
Soy terapeuta laboro en Ciencias Médicas de la Habana Cuba. Bióloga que estudio las emociones y su repercusión a través de bioneuroemoción.
Gracias por el artículo
Saludos
Martica
Sanate.info
Muy buenas Marta Elena, felicidades por tu desempeño y labor!!! Agradezco mucho tu comentario y el tiempo que has dedicado a leer el articulo. Mucho ánimo en tus estudios y trabajos y gracias por estar y por compartir! Un abrazo desde España 🙂