Deporte&Dieta

Actividad física: un medio para conseguir bienestar, equilibrio mental y mayor rendimiento cognitivo

Al menos un 60% de la población mundial NO realiza la actividad física necesaria para obtener beneficios para su salud.

El cerebro humano trabaja incesantemente respondiendo a todos los estímulos que percibe. En este proceso continuo de adaptación y supervivencia, integra en las actividades motoras las capacidades cognitivas.

La mejora del equilibrio mental gracias a la actividad física es un proceso fisiológico objetivo que, además, genera relajación y felicidad. 

La neurociencia, gracias a sus innumerables investigaciones, ha demostrado como la actividad física es igualmente favorable tanto para nuestra estructura  como  para el corazón y el cerebro.

No solo mejora nuestros sistemas (cardiovascular, inmunológico, nervioso, bioquímico etc.) sino que repercute directa y positivamente en nuestra esfera neuronal, beneficiando nuestra capacidad de aprendizaje y nuestro estado de ánimo.

Sus efectos favorables se aprecian sea cual sea nuestra edad y condición física y mental.

Hacer ejercicio no se traduce en tener que practicar una actividad extenuante para lograr beneficios.

La actividad física, en su inmensa variabilidad, no es solo una actividad motora o cardiovascular.

Más bien un proceso interno que puede cambiar nuestra forma de vernos y de vivir todo lo que pasa en nuestra vida.

Sentirse bien cambia nuestra forma de pensar, de relacionarnos, de aprender, de trabajar, de actuar, de alimentarnos. En una palabra: de cuidarnos.

Así lo bueno que hacemos para nosotros mismos lo haremos automáticamente para los demás.

El bienestar no es una cuestión de intensidad sino más bien de continuidad y adaptabilidad a las necesidades personales en el momento presente. Para conseguirlo es necesario cambiar nuestra forma de vivir el día a día, nuestro estilo de vida.

Un cambio en el estilo de vida implica un cambio mental. La mejora de uno conlleva la mejora del otro.

Por este motivo, es crucial adaptar cualquier plan de entrenamiento a cada persona para que la ayude a identificar su objetivo para que éste sea alcanzable y medible. A tomar conciencia del estado en que se encuentra tanto física como anímicamente.

A impulsar el cambio de estado mental para que la persona pueda apreciar su propia transformación.

Pensar sentado en el sofá no es lo mismo que pensar mientras practicamos una actividad física que además nos gusta!

La vida no se piensa, la vida se vive.

La calidad de la vida depende de la calidad de nuestros pensamientos y del tiempo que destinamos a ellos, en lugar de actuar y sentir lo que vivimos.

Al menos un 60% de la población mundial NO realiza la actividad física necesaria para obtener beneficios para su salud.

Mantener un peso saludable y practicar actividad física cotidiano son factores suficientemente determinantes para evitar caer en conductas antisociales y perjudiciales. Especialmente en la edad escolar o bien en la fase de la adolescencia.

«A nivel global, el 20,8% de los niños y niñas estudiados padece algún tipo de trastorno mental que afecta a su vida cotidiana, a la de sus padres, familiares y educadores. «1 

Sentirse rechazados, emarginados, juzgados, pensar de no estar a la altura, de no ser lo suficientemente buenos/as para algo o para alguien, son creencias que se pueden adquirir fácilmente en estas edades.

Y estas creencias, lamentablemente, pueden llegar a perjudicar la forma de vivir de la persona durante el resto de su vida. 

Una vida basada en el deber hacer (tareas, colegio, horarios, deberes, cumplir, competir, estrés, presión…) resta tiempo y energías. Cualquier persona que sea vea sometida a tal ritmo/tipo de vida, antes o después, no se verá en las condiciones de poder dedicar tiempo a sí misma y a lo que siente. 

Si a esto le añadimos hábitos no saludables, la bomba está lista para explotar.

Tabaquismo, consumo del alcohol y de drogas a menudo son conductas consecuentes al no tener un estilo vida saludable y al sedentarismo.

Obesidad y vida sedentaria se asocian en gran medida a un peor estado de salud mental.

Endorfinas: unas de nuestras mejores aliadas

Está científicamente comprobado que la actividad física ayuda a producir endorfinas, las cuales son capaces de inhibir  el dolor, disminuir los estados  de ansiedad, fortalecer el sistema inmune y modular el apetito, entre otras.

En general, podemos afirmar que son las responsables de nuestra calidad de vida.

El deporte o el practicar una actividad sencilla como pasear al aire libre permiten distraer la mente, evitando que se enfoque siempre en lo mismo de forma, muchas veces, obsesiva.

La actividad física regular reduce el riesgo de hipertensión, problemas cardiovasculares, cardiopatía coronaria, accidentes cerebrovasculares, diabetes, cáncer de colon, estreñimiento, depresión; mejora la salud articular, ósea y funcional.

Calma nuestro sistema nervioso y, a parte de facilitar los procesos orgánicos de nuestro cuerpo.

La digestión y la correcta absorción de los nutrientes, la quema calorías, el control del peso son algunos de los muchos procesos que mejoran si practicamos ejercicio con regularidad!

Dieta y deporte no deben traducirse en sacrificio y sufrimiento sino más bien en unas de las tantas herramientas que nos hacen felices y nos ayudan a estar en contacto con nosotros mismos.

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1Fuente: Wiles NJ, Jones GT, Haase AM, Lawlor DA, Macfarlane GJ, Lewis G. Physical activity and emotional problems amongst adolescents. A longitudinal study. Soc Psych Psych Epid. 2008; 43(10):765-72

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Vittoria Veri Doldo ~ Health Coach

 

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