Bimba Bosé, una amazona que luchó hasta el final
Eleonora Salvatore González, en arte ‘Bimba Bosè’, fue una modelo, diseñadora, actriz, DJ y cantante española. Fue hija de la actriz Lucia Bosè, y sobrina del cantante Miguel Bosé y de la actriz Paola Dominguín.
En 2014 fue operada de un cáncer de mama en el seno izquierdo. En junio de 2016 comentó a un periodista de la revista Lecturas que tenía «metástasis en huesos, hígado y cerebro» y que seguía en tratamiento, y éste lo publicó en su revista sin su permiso. Falleció el 23 de enero de 2017 a los 41 años en el Hospital Universitario Ramón y Cajal de Madrid, dejando dos hijas de 12 y 5 años.
Su actitud frente a la enfermedad fue un ejemplo de fuerza, esperanza, positividad y optimismo. Lamentablemente esto no fue suficiente para ganar la batalla pero si para seguir aportando energía y confianza a todas las personas que siguen luchando para sanarse, sin que tengan que sentir vergüenza ni escondan la enfermedad.
Hoy compartimos una entrevista publicada por El Mundo en 2014 donde destaca su personalidad y la manera en que se enfrentó al cáncer.
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¿Cómo supiste que tenías cáncer?
En una revisión. Aunque siempre me ha encantado la medicina alternativa y experimentar con otro tipo de terapias, no he dejado de hacerme las revisiones ginecológicas. En la última mamografía se veía un puntito; el médico interpretó que era una calcificación sospechosa, pero me dijo que no me preocupara y que volviera en seis meses. Yo no quería tener esa alarma ahí, y me fui a otro centro a hacerme una ecografía.
¿Qué se vio en esa prueba?
Resultó que el puntito blanco inapreciable de la mamografía era una bola enorme. No termino de entender por qué hablan tanto de mamografías cuando se ve muchísimo mejor en una ecografía, me da una rabia enorme.
Una bola enorme, ¿no la habías sentido al palparte?
Sí, la notaba. Lo que pasa es que después de un embarazo el pecho cambia; te crece mucho, luego te baja… Yo sentía la bola, pero no era molesta y tampoco soy quejica. Es casi más peligroso no prestarse atención a una misma que ser hipocondríaca…
¿Qué pensaste cuando te dieron el diagnóstico?
No sé, no supuso un palo muy grande. La verdad es que me dio por ser práctica: esto está aquí, hay que afrontarlo y curarlo del mejor modo posible. Si uno se para a darle vueltas en la cabeza…, entonces sí, te puedes agobiar y no ver salidas.
Te trataste en la sanidad pública, ¿verdad?
Sí, en el Gregorio Marañón. Me llevó Miguel Martín, un tío adorable, estupendo, con un gran sentido del humor. Y también es muy práctico, que es lo que yo busco. No infunde miedo ni temor. Porque, cuando llegué allí, tenía la sensación de que me iban a decir «tendrías que… podrías haber hecho…». Y no ha sido así. El equipo es maravilloso. Toda la gente que me trató.
Yo es que le doy un poco la vuelta a todo. Me parece incluso, no diría bonito, pero sí atractivo. Me gustan los tatuajes, he tenido ‘pearcings’, me encanta decorar mi cuerpo y para mí una cicatriz también tiene cierto encanto.
¿Ni siquiera te inquietaba la falta de simetría en el pecho?
Es cierto que estamos acostumbrados a la simetría, pero a mí esto no me ha descolocado. Pensaba en las amazonas, que se cortaban un pecho para pelear. Y me decía: nada, yo también lo soy, puedo luchar. Creo que está bien intentar dar la vuelta a las cosas y reírse de ellas; para mí una cicatriz es… una herida más de guerra, para chulearse.
¿No te planteas una reconstrucción?
Sí, claro, obviamente. Ya estoy en ello, he empezado a ver a cirujanos. Pero mientras tanto hay que aceptarse como una es. No lo hice en el momento porque, en mi caso, no estaba indicado: se trataba primero de quitarlo, curarlo, y luego ya se vería.
¿Fue difícil decírselo a tu familia?
Mi novio lo sabía porque me acompañó en todo el proceso. Después…, tenía sentimientos encontrados acerca de si contarlo o callarme. Luego pensé: esto es algo de lo que hay que hablar, porque si lo escondes parece que lo alimentas. Y la primera persona a la que se lo dije fue a mi hija Dora, que tiene 10 años. Hay quien no lo entiende, pero pensé en mí misma, de pequeña: echo de menos no haberme enterado de algunas cosas. Prefiero la realidad, aunque, obviamente, sea explicada de la forma más cariñosa posible.
¿Cómo reaccionó?
Supuso un impacto grande, un shock, pero yo tenía la necesidad de contárselo a ella en primer lugar. La pequeña June, de tres años, ni se entera. Me ha visto la cicatriz, «mami, tienes una herida enorme…», y yo le he dicho que es algo que se cura. A veces me pregunta: «Qué tal está tu pupa». Mola. Con los niños, cuanta más naturalidad, mejor. Si ocultas y prohíbes lo magnifican. Después hablé con mi ex marido, familiares…
Y a nosotros.
No tenía intención de publicarlo, pero la noticia se filtró antes de que lo supiera mi familia. Tal vez esperé demasiado, pero es que quería encontrar el momento para contar las cosas con calma. La reacción de ellos fue estupenda: muy tierna y muy cariñosa. No esperaba menos, claro.
Vayamos con tu día a día. ¿Has cambiado de hábitos?
Mira, pues eso sí lo echo de menos: en los hospitales no se trata el tema de la alimentación, y creo que es fundamental. Sin ser radical, intento llevar una dieta sana, me gusta el ayurveda, y estoy convencida de que el azúcar y las proteínas animales son alimentos contraproducentes para el cáncer. Pero de eso no te habla la medicina convencional.
¿Haces ejercicio?
Uf, me encantaría, pero no puedo estirar más el tiempo. Por eso voy andando a todas partes. Cuando estaba con la quimio no era capaz, me quedaba muy flojita, estuve al límite de defensas. Te machaca. No llegué a la sexta sesión porque no querían hacerme una transfusión… Así que seguimos adelante con el tratamiento hormonal, que sí funcionaba. Y en ello estoy.
¿Lo notas?
Sí, en las caderas, en los huesos… Es como un deterioro, una cierta sensación de estar oxidada, ay, necesito aceite. De alguna manera, están induciéndote a la menopausia y tu cuerpo empieza a envejecer. Pero con la alimentación puedes suavizarlo.
¿Y el trabajo?
No he parado, no me lo puedo permitir. Mi novio y yo creamos Synchronic, una marca para vender ropa que nació con mucha fuerza, pero se ha ido desinflando y vamos a cerrar porque no es rentable. Así que seguimos pinchando.
¿También lo hacías durante la quimioterapia?
Sí. Mi trabajo no es como ir a la oficina, y podía programarme en torno a la quimio: si me la daba el lunes tenía margen para salir el jueves y el fin de semana, que es cuando hay más eventos.
Emocionalmente, ¿ cómo estás? Mucha gente refiere el proceso de una enfermedad grave como un aprendizaje…
Se aprenden cosas: he potenciado el agradecimiento, el amor, ha sido un motor para seguir adelante con más alegría todavía. Promuevo la actitud positiva, y no soy una enferma que se quede mirándose el ombligo y diciendo «qué malita estoy».
También tenéis derecho a quejaros y a sufrir, ¿no?
Hay que concederse esos momentos malos… y disfrutarlos. No estoy acostumbrada a quejarme o a llorar, quizás eso de que las mujeres queremos ahora ser muy duras. No, las cosas no son así: los hombres pueden llorar y las mujeres también. Y gracias a esta enfermedad he podido disfrutar de eso.
De una Bimba de bajón.
Sí, y de tristeza. Decir: «Estoy triste (pausa). Voy a llorar». Y me paso un día llorando. Sin más.
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Fuente: ElMundo.es – María Corisco 11/10/2014; fuente biografia Wikipedia.org
Imágenes: Instagram Bimba Bosé @bimbasecas
Vittoria Veri Doldo ~ Health Coach
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