Coaching, PNL, Inteligencia Emocional,  Pensamientos sueltos

2022: ¡Empezamos!

Así es, otro año que empieza y muchas cosas aparentemente sin cambiar. ¿A qué si?

¿Sabes que te digo? ¡Pues como que no!

Este año no tengo expectativas ni propósitos. 

Este año no me importa el pasado, lo vivido, lo experimentado. 

Esta año no me preocupa ni me interesa lo que se ha quedado atrás, lo no resuelto, lo incompleto, lo que ha dolido o duele. 

Menos aún este año me importan los miedos y las preocupaciones.

Realmente no tengo nada que pedirle al 2022, sino mucho que hacer.

De esto se trata este año. De decidir todas y cada una de las cosas que quiero vivir, sin dudas, sin distracciones, sin descentrar mi atención hacia nada que no sea lo que siento desde el alma.

Bastante hemos pasado Tod@s hasta ahora como para seguir esperando que algo cambie, que algo afloje, que algo llegue, que algo pase, que algo termine o que algo comience.

Ya no es tiempo de esperas. Es tiempo de acción.

De ir a por todas hacia lo que sentimos.

De mirarnos al espejo y decirnos: ok, ahora sí, estoy preparad@, vamos allá.

Nada de lo que pueda ocurrir va a ser tan difícil como para renunciar o abandonar.

Esta es la actitud. La misma de la foto que ves al principio del articulo. Esa soy yo y esa es mi actitud para este año:

¡A por todas!

¿Y sabes porque tanto tu como yo podemos hacerlo? Porque en TODO ESTE TIEMPO, hemos echado raíces y lo hemos hecho muy pero que muy bien, aunque no te lo creas o no te lo parezca.

Esta fabula que leerás a continuación lo explica mejor de lo que pueda hacer yo.

Así que 2022: ¡EMPEZAMOS!

~

La fábula del helecho y del bambú japonés

” Un día decidí darme por vencido…renuncié a mi trabajo, a mi relación, a mi vida. Fui al bosque para hablar con un anciano que decían era muy sabio.

¿Podría darme una buena razón para no darme por vencido? Le pregunté.

Mira a tu alrededor, me respondió, ¿ves el helecho y el bambú?

Si, respondí.

Cuando sembré las semillas del helecho y el bambú, las cuidé muy bien. El helecho rápidamente creció. Su verde brillante cubría el suelo. Pero nada salió de la semilla de bambú. Sin embargo no renuncié al bambú.

En el segundo año el helecho creció más brillante y abundante y nuevamente, nada creció de la semilla de bambú. Pero no renuncié al bambú.

En el tercer año, aún nada brotó de la semilla de bambú. Pero no renuncié al bambú.

En el cuarto año, nuevamente, nada salió de la semilla de bambú. Pero no renuncié al bambú.

En el quinto año un pequeño brote de bambú se asomó en la tierra. En comparación con el helecho era aparentemente muy pequeño e insignificante.

El sexto año, el bambú creció más de 20 metros de altura. Se había pasado cinco años echando raíces que lo sostuvieran.
Aquellas raíces lo hicieron fuerte y le dieron lo que necesitaba para sobrevivir.

¿Sabías que todo este tiempo que has estado luchando, realmente has estado echando raíces?

Le dijo el anciano y continuó…

El bambú tiene un propósito diferente al del helecho, sin embargo, ambos son necesarios y hacen del bosque un lugar hermoso.

Nunca te arrepientas de un día en tu vida.

Los buenos días te dan felicidad.

Los malos días te dan experiencia.

Ambos son esenciales para la vida, le dijo el anciano y continuó…

La felicidad te mantiene dulce.

Los intentos te mantienen fuerte.

Las penas te mantienen humano.

Las caídas te mantienen humilde.

El éxito te mantiene brillante…

Si no consigues lo que anhelas, no desesperes… quizá sólo estés echando raíces.”

~

Vittoria Veri Doldo ~ Health Coach

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