Estoicismo en la relación de pareja: unidos desde la lucha vs unidos desde el amor

Nazco en la generación donde pareja era igual a familia, matrimonio, hijos, hogar. Soy hija del ParaTodaLaVida.
La cuestión es que probablemente mi generación, ya al nacer, pertenecía a un patrón relacional diferente. Un embrión que rápidamente se ha convertido en un adulto modelo social en el que me estoy moviendo, a veces con ciertas dificultades.

 Si mirara la familia de hoy con los ojos de la cultura de ayer, no me encajaría ni forzando.

Ahora el concepto de familia es más bien muy extendido aunque el cambio cultural todavía no ha evolucionado tanto o al mismo ritmo que los hechos.
Todos sabemos que existe la familia ampliada. Padres que se separan, se vuelven a casar, hermanos y hermanastros, parejas de hecho, parejas gay, familias monoparentales, relaciones sin vinculo etc.. Es decir, todos lo sabemos pero no todos lo digerimos o lo entendemos o lo hemos absorbido, debido a que el cambio ha sido demasiado rápido.
En el fondo sigue teniendo vida una idea, un modelo. Y este es pasado, heredado, introducido, adquirido, inventado, construido. No es actual.

Una separación sigue siendo un evento muy traumático y que no deja de deambular dentro de nuestra cabeza como una sombra hecha de culpas y fracasos. El ‘ParaTodaLaVida’ nos persigue y se burla de nosotros! Continuamente!!

Personalmente y en general he vivido bien las rupturas pero no tan bien el comienzo de las relaciones. ¡Curioso ahora que lo pienso! Y entender esto para mi fue clave. Me refiero a que esos comienzos bebían y se alimentaban de la idea que sí o sí la relación tenía que funcionar.  Que sí o sí la persona que se presentaba debía ser la persona. Y punto.
¡Y no! Pues claro que no hasta que he tomado conciencia.
A los 12 años más o menos, cuando aún no tenía ni idea de relaciones, amor y demás, recuerdo haber dicho que mi ideal de relación de pareja era estar juntos, cada uno con su casa y su vida e ir encontrándose cada vez que cada uno lo sentía. No se de dónde salió esa idea o visión de las cosas, siendo tan pequeña y tampoco importa. Lo cierto es que se trataba de algo completamente opuesto al ParaTodaLaVida tal y como mi generación (incluyendo en ella el legado de mis antepasados) me había transmitido.
A día de hoy, si re-leo el mensaje adquirido y la idea expresada a los 12 años y aterrizo esta antítesis a mi realidad actual, veo las cosas bastante claras.

La relación para mi existía en la libertad y en la naturalidad de ser y permanecer individuos. Pero no lo podía aplicar porque me perseguía el Sr. ParaTodaLaVida con sus chistes muy poco graciosos! Y allí se me liaba el asunto, porque vivir juntos era igual a matrimonio así que de ahí: boda no, casas separadas si.

El conflicto siempre está entre deber ser y ser. Pues una relación cualquiera ‘es’, independientemente de la forma o de los nombres que damos a las cosas. El vinculo es interior, no es ni formal, ni convencional, ni mental.

El vinculo no existe solo en el caso en que la otra persona responde a rajatabla a la idea que tenemos de ella, o a la etiqueta que le ponemos en el dedo gordo del pie, para hacerla cadáver de su propia personalidad. El vinculo no depende de si el otro nos quiere o deja de querernos o nos quiere poco o mal o un día si y diez no o quien sabe. No depende de si compartes o no las mismas paredes.

Hay frases épicas como ‘unidos en la lucha’, ‘luchar juntos hasta el final’, ‘hay que aguantar luchando’ y parecidas.

No se a ti, pero a mi la palabra lucha me conecta con la imagen de dos personas que se dan de ostias potentes. Si me quedo un poco más con la palabra en la mente y con las imágenes que van surgiendo, pienso en guerra, armas, conflicto, muerte, ganador y perdedor ambos llenos de sangre. Pues eso, diría que lucha es igual a guerra.
Luchar en una relación demasiado a menudo se traduce en una guerra. Lo cual no es natural. No es fluir.

 ¿Dónde está escrito que para estar en una relación tienes que cubrirte de sangre, aguantar, sufrir horrores y pasar las penas más penosas que haya?

Bueno, en algún lugar seguro que escrito está, ¡tienes razón! Pero se trata de poemas, literatura trágico-romántica, historias o cuentos, películas estilo dramón. La realidad sería deseable que fuese otra.
Demasiado a menudo tanto en mi vida personal como profesional veo parejas que están juntas justo porque viven en el mismo piso y a lo mejor comparten cuentas bancarias, estantes en la nevera, pasta de dientes y unas cuantas cosas más. Y entre las cuales ese vinculo es una idea de algo que no existe, que a lo mejor nunca les perteneció, ni a ellos como individuos, ni mucho menos como pareja. Y que se ha convertido en un continuo detectar y echar en cara lo que la otra persona hace mal o de repente se convierte en algo obsesivamente insoportable: ‘porque tu’ y ‘así no funciona’ y ‘solo piensas en ti’ y ‘yo no he cambiado, eres tu’…
Y lo que les hace estar juntos es justamente el mantener sangrienta la guerra! Unidos en la lucha. Pero muy unidos!
Estar juntos para pelear, para cada uno intentar cargar lastres que lleva encima y ni es consciente que no son suyos y que son por la mayoría herencias, creencias y miedos.

¡La relación no es un Club de la Lucha!

Y lo impactante es que estas guerras, finalmente, no son con la otra persona sino con uno mismo y con esta necesidad descontrolada de liberarse de algo que pesa para poder por fin ser quien uno es realmente. Y….demasiado a menudo sin éxito! Es decir, el perdedor siempre es uno mismo… atrapado en ese estado de soledad vestido de culpas y fracasos.
Creo que en la pareja, bajo un punto de vista de realidad material, del día a día que digamos, no exista un vinculo sino que un compromiso hecho por la voluntad de intentar permanecer juntos y construir algo. Ese algo puede coincidir, cuando más y cuando menos, con el algo del otro y deriva de la suma de las ideas y necesidades que van habitando nuestra mente y limitando nuestra vida.

En este sentido la relación, sea la que sea, es un medio para liberarnos y evolucionar, y de los gordos.

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Picture: Pixabay.com

El vinculo es interior. Quizás pre-existe al encuentro y al nacer de la relación. Es algo que reside en nuestro inconsciente, en nuestro interior, es algo más profundo, tan profundo que le da una patada bien fuerte a todas las historias que nos han contado, que rondan en la cabeza como avispas amenazantes, que nos hacen vivir con esa espada de Damocles apuntando a la frente por si la fastidiamos y nos cargamos la relación.

Terminar una relación, por doloroso que sea, no es terminar el amor. Es terminar un tipo determinado de contacto o forma de vivir con el otro. El vinculo interior persiste. El corazón no sabe de finales ni tristes ni felices. Sigue latiendo, sigue amando.

El poeta Khalil Gibran decía que  “Hasta las cuerdas de un laúd están separadas, aunque vibren con la misma música. Ofreced vuestro corazón, pero no para que se adueñen de él. Porque sólo la mano de la Vida puede contener vuestros corazones.”
Remplazamos el ParaTodaLaVida con ‘ParaEsteMomento’ y sin dar a eso un significado de inestabilidad o falta de compromiso o cualquier otra tontería. Y deseémonos suerte para no fastidiarla demasiado en luchar contra nuestra propia naturaleza y la del otro. Respetémonos mutuamente.

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Imágenes: Pixabay.com

 Vittoria Veri Doldo ~ Health Coach

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