Mario de Andrade fue un poeta, musicólogo, novelista y fundador del modernismo brasileño. Nacido en Sao Paulo en 1893, destacó siendo un niño por su maestría en tocar el piano. En 1931, la muerte accidental de su hermano marcó un antes y un después en su vida. Este trágico acontecimiento le llevó a dejar su prometedora carrera como concertista y a retirarse en la hacienda familiar.
Publicó su primer libro de poemas en 1917 y de allí empezó a interesarse también a la historia de la música, emprendiendo numerosos viajes dentro de su país. La intención era descubrir el folclore brasileño e ilustrarlo y narrarlo. Fue miembro del Grupo Dos Cinco junto con jóvenes artistas y escritores de Sao Paulo y con los cuales trabajó durante la década del 1920.
Hoy compartimos un maravilloso poema sobre la vida que vale la pena leer y releer cada vez que nos pre-ocupamos por lo que va a pasar…
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Conté mis años y descubrí que tengo menos tiempo para vivir de aquí en adelante, que el que viví hasta ahora.
Me siento como aquel niño que ganó un paquete de dulces:
los primeros los comió con agrado, pero
cuando percibió que quedaban pocos,
comenzó a saborearlos profundamente.
Ya no tengo tiempo para reuniones interminables donde se discuten
estatutos, normas, procedimientos y reglamentos internos,
sabiendo que no se va a lograr nada.
Ya no tengo tiempo para soportar a personas absurdas que,
a pesar de su edad cronológica, no han crecido.
Mi tiempo es escaso como para discutir títulos.
Quiero la esencia, mi alma tiene prisa… Sin muchos dulces en el paquete…
Quiero vivir a lado de gente humana, muy humana.
Que sepa reír de sus errores.
Que no envanezca con sus triunfos.
Que no se considere electa antes de la hora.
Que no huya de sus responsabilidades.
Que defienda la dignidad humana.
Y que desee tan sólo andar del lado de la verdad y la honradez.
Lo esencial es lo que hace que la vida valga la pena.
Quiero rodearme de gente que sepa tocar el corazón de las personas.
Gente a quien los golpes duros de la vida le enseñaron a crecer con toques suaves en el alma.
Si, tengo prisa, tengo prisa por vivir con la intensidad que sólo la madurez puede dar.
Pretendo no desperdiciar parte alguna de los dulces que me quedan.
Estoy seguro que serán más exquisitos que los que hasta ahora he comido.
Mi meta es llegar al final satisfecho y en paz con mis seres queridos y con mi conciencia.
Tenemos dos vidas y la segunda comienza cuando te das cuenta que solo tienes una.
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Imagen destacada: La persistencia de la memoria – Salvador Dalí
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QUE OPORTUNO ESTE POEMA A ESTAS ALTURAS DE MI VIDA, LA IDENTIDAD QUE, ASOMBRADO, QUE CONSIGO EN ESTE POEMA CON MI VIDA ES ABSOLUTA.
MIL GRACIAS POR COMPARTIR
Qué bonito Luis, mil gracias a ti por compartirlo y por tu paso por el blog. Un fuerte abrazo y buen camino!!
Cuando uno nace apenas abre los ojos se encuentra con un mundo diferente del que estaba ,y comienza el sueño de la vida ,y no nos damos cuenta que comenzamos a perder nuevamente nuestra vida porque comenzamos a sumar años de bebe ,de niño ,de adolescente de juventud ,de personas adulta y llegamos a personas mayores ,de 70.80 años y comenzamos a contar el regreso de donde vinimos de la nada y a si terminamos en la nada con muchos sabores amargos ,muy pocos dulces y llenos de mentiras
Gracias por compartir tu comentario Juan, un abrazo!
Que patetico poema . Habla de alguien que no tuvo proposito de vida, de alguien solitario intrinseco quien solo pensaba en sus objetivos y sus exitos tal vez su buena fama. Y solo puede recapacitar cuando llega la enfermedad o la muerte o tal vez ahora si siente la soleda por que los que le acompañaban en la vida, No fueron apreciados por la arrogancia y el deseo del exito y ahora se han ido los que le rodeaban han crecido o estan lejos etc.
Hola Horsd, gracias por compartir tu comentario. Un abrazo!!
Habla de alguien que tuvo la capacidad de reconocer sus errores y la vida le dio la oportunidad de rectificar y de vivir con prisa experimentando lo que es esencial para el alma y de lo más íntimo de sus fibras nació este bello poema.