La eficiencia nos está matando
Lo hemos hecho otra vez, hemos caído en la trampa y aún no nos hemos dado cuenta…
La eficiencia nos está matando y no lo hemos visto venir. Allí está otra de las mentiras más poderosas que hemos asumido como verdad necesaria para ser y para vivir: hay que ser eficientes para estar bien.
Hoy en día gran parte de la población mundial se pasa la vida bajo la constante presión de ‘ser eficiente’ en cualquier momento del día y de la noche y haciendo cualquier cosa.
Sentimos decepción y frustración si no logramos ser eficientes, si los resultados – EN TODO – no son espectaculares y no se sabe bien con respecto a qué escala objetiva.
No somos nadie si no logramos ser eficientes, si no conseguimos los resultados esperados, si no estamos a la altura.
Pero, a ver, y quién ha marcado esos niveles de eficiencia y no eficiencia?
¿Estás segura/o que los objetivos que te marcas en tu día día son realmente los que tu necesitas? Es decir, es realmente la dimensión que tu quieres la de rendir al 100% en el trabajo, en pareja, con los hijos, con los amigos, en el gimnasio, con tu alimentación, en tu estatus social, con tus posesiones, con el dinero que ganas, con tu aspecto físico, etc.?
El ritmo de tu vida lo has marcado tu? Solo tu? Y es el ritmo que realmente necesitas?
Los logros que has conseguidos y los que te has marcado para el futuro y, además, los plazos dentro de los cuales quieres conseguirlos y la forma en que piensas hacerlo, los has decidido tu?
Hombre, si tu respuesta es un sí rotundo, pues ¡te felicito! Es más, me encantaría conocer tu historia!!
Pero me da que muy pocas personas pueden dar una respuesta tan clara y contundente.
Nos pasamos los días intentando ‘optimizar’ nuestras vidas y esto se ha convertido en una adicción. La adicción a la eficiencia!
Pero, por qué hay que optimizarlo todo y convertir la vida en una carrera de obstáculos que hay que terminar en un santiamén?!
Y cómo se ha establecido que si tu acabas antes que yo eres mejor y yo pues soy una fracasada? Y que, como yo no remonte, no tengo esperanzas ni futuro y solo me quedará tomar pastillas para solventar mis consecuentes problemas de salud mental? Porque no he sido eficiente y, por lo tanto, no podré ser feliz ni tener éxito.
Es como en el deporte, tanta presión para conseguir siempre mejores resultados. Más rapidez, más fuerza, más puntos, más competitividad. Y si no llegamos, ¿qué? ¿A hacer trampas, no? Porque sino, estamos fuera del juego y nadie nos hará caso, nadie financiará esto o lo otro y las ganancias no serán las esperadas=caída de interés vertical. ¿En serio?
¿Pero, qué ganancias? ¿Quién gana qué, exactamente?
Es un poco como l@s influencers, l@s youtubers, l@s tiktokers, l@s instragramers cuya existencia depende de crear contenido que vaya siempre a más, para no perder seguidores. A menos seguidores, menos importancia y menos ganancias (¡mira que rima!). Sus vidas dependen de los algoritmos y cualquier bajada de interés se paga, se somatiza, aplasta.
Las personas ahora se presentan en función de los seguidores que tengan en las redes sociales y el numero de seguidores les da un valor (en realidad más económico que de otra cosa).
Antes sufríamos la ‘titulitis’, eras alguien según cuántos títulos tenías. Ahora la valoración de tu persona y de lo que supuestamente haces depende de tus seguidores.
¡¿De verdad?!
Porque siempre hay que hacer más, hay que dar más y hay que hacerlo con prisas.
Eso, eso, sobre todo las prisas!
Donde están aquellos pequeños placeres que se disfrutan en la calma? El ritmo lento de las indecisiones y la confusión e incoherencia del cambio repentino de idea? Los logros personales que no necesitan publicidad ni reconocimiento, sino que simplemente nos aportan muchísimas cosas y nos permiten conocernos y evolucionar?
La necesidad de ser eficientes es la enésima distracción social. Es el disfraz de las nuevas enfermedades, sobre todos las mentales. ¿No lo ves?
En las últimas décadas se ha hablado tanto de eficiencia como valor humano, como algo que nos permite sentirnos realizados y satisfechos.
Se ha inducido en nuestras mentes la idea que hacer mucho quiere decir tener éxito.
En realidad se trata de un disfraz para mantenernos constantemente ocupados, sin tener tiempo ni para pensar en lo que necesitamos. Y menos aún en lo que sentimos, en lo que queremos.
Es que ahora las cosas van como van porque no tenemos ni tiempo para desplazarnos para encontrarnos con amigos, familiares, para estar con hij@s y parejas. Nos encontramos a menudo atrapados en relaciones menguantes que no hay manera de salvar ni mejorar. Porque no hemos sido lo suficientemente eficientes como para estar en todo y a lo grande.
Nos mantienen ocupados a trabajar y a correr, en un constante estado de estrés. Aumentando costes y precios para que, en esta cursa, todo sea haga aún de más difícil acceso, lo cual amenaza la eficiencia, claro está! Y así la rueda gira aún más rápida y no nos da tiempo disfrutar de nada. Somos como ollas a presión, muchas a punto de estallar.
¿Cómo puedes creer en un gobierno o en una política que trabaja sin descanso para que no tengas tiempo para descansar, disfrutar y ser feliz?
A estas alturas, viendo como va el mundo, ¿sabes lo reparadora que puede ser la Ineficiencia?
Y con ineficiencia me refiero a la rendición a los ritmos frenéticos y al deseo incesante de optimizar.
Me refiero a la creación de una espacio de tranquilidad y re-conexión donde finalmente podemos pensar, sentir, crear, disfrutar y hasta aburrirnos felizmente. Elegir pasatiempos, recuperar cosas ‘del pasado’, lentas, como escuchar un vinilo de verdad con sus imperfecciones acústicas (en lugar que un perfecto file .mp3 con nuestros auriculares inalámbricos que nos aíslan del mundo). Y disfrutar de algo, lo que sea, desde el sofá de tu casa. Ese sofá donde no tienes tiempo ni de estar porque tienes que ‘optimizar’.
Si vamos tomando conciencia, podemos cambiar nuestras vidas para mejor. Podemos invertir esta tendencia destructiva, aunque cueste mucho tiempo.
No creas que si no eres eficiente, no puedes seguir adelante. Tu sistema de vida no se desmorona, sino más bien se reconstruye. Y eres tu quien decide como.
~
Vittoria Veri Doldo ~ Health Coach
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