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Lenguaje corporal: ¡descubre cuándo lo que comunicas aburre tus interlocutores!

» Lenguaje corporal: ¡descubre cuándo lo que comunicas aburre tus interlocutores! «

A veces estamos tan centrados en lo que necesitamos comunicar que damos por hecho que nuestros argumentos sean universalmente interesantes. Además, si se trata de temas que tienen cierto impacto emocional en nuestra vida o con respecto al asunto que tratamos, pues le ponemos un ‘pathos‘ y un énfasis que no permiten a quienes nos están escuchando poder intervenir.

Y básicamente lo que debería ser, con todas las buenas intenciones, una conversación compartida y enriquecedora, se convierte en un monologo tremendamente aburrido.

Claro está que no hace falta ver personas bostezando para darse cuenta que, quizás, el mensaje que queremos trasladar realmente no está llegando. Podremos notar otros gestos indicativos del estado en que se encuentra el otro y de su nivel de atención.

Tal y como se explica en un articulo redactado por Silvia Cándano Ocaña en el País, todos nos expresamos a través de las palabras y también de los gestos, de las posturas, de las miradas, del manejo de las distancias. «Tanto la expresión adecuada de estas señales como su correcta interpretación garantizan un mayor éxito social«, explica Fernando Azor Lafarga, psicólogo y director del centro madrileño Gabinete de Psicología. “Este lenguaje paralelo es el responsable de que una persona a la que apenas conocemos nos caiga bien o mal. Si reflexionásemos, nos haríamos más conscientes de la cantidad de gestos, ademanes, movimientos y bloqueos que empleamos cuando hablamos o nos hablan y que muestran cómo nos sentimos”, añade.

«Entre un 60% y un 70% de lo que comunicamos lo hacemos a través de nuestro cuerpo, no de nuestras palabras» (Lisbet Rodríguez, psicóloga)

El cuerpo habla… ¡a voces!

aburridaEs frecuente infravalorar el poder de estos gestos aunque las palabras estén cuidadas al detalle. Según el ensayo Decodificación de la comunicación inconsciente, de Albert Mehrabian, profesor emérito de Psicología de la Universidad de California (Estados Unidos), las palabras solo suponen un 7% de nuestra comunicación. Según este estudio de los años 60, la mayor parte del mensaje es el lenguaje corporal (un 55%) y el tono de la voz (un 38%).

¿Qué podemos hacer para captar la atención de nuestros oyentes?

Hay dos puntos fundamentales a tener en cuenta según explica Lafarga:

  • Que el argumento tratado sea motivador para  todas las partes
  • Que se pueda romper la barrera espacial entre quien habla y quienes escuchan (por ej. una mesa entre ellos)
  • Dirigirse a los interlocutores llamándolos por su nombre (esto activa partes del hemisferio izquierdo del cerebro que están involucradas en la atención – Dennis P. Carmody, profesor de psicología del desarrollo de la Escuela de Medicina Rutgers Robert Wood Johnson.

 ¿Cómo escuchan los hombres y las mujeres?

Según cuentan Allan y Barbara Pease en su best-seller «Por qué los hombres no escuchan y las mujeres no entienden los mapas» (Ed. Amat):

ellas pronuncian una media de entre 6.000 y 8.000 palabras diarias y entre 2.000 y 3.000 sonidos vocales para comunicarse, además de recurrir a unos 8.000 o 10.000 gestos corporales para enfatizar lo que dicen. Ellos, por su parte, emiten solo de 2.000 a 4.000 palabras, entre 1.000 y 2.000 sonidos vocales y unas 2.000 o 3.000 señales corporales. Su media total diaria es de 7.000 señales comunicativas, frente a las más de 20.000 de la mujer.

¿Qué ocurre al final del día?

Imagen: Emaze.com
Imagen: Emaze.com

Según los autores, si ellos ya han cubierto su cupo de señales diarias, no tienen la menor gana de seguir comunicándose, mientras que si la mujer no ha podido llegar al suyo, está ansiosa por hablar. Aseguran que esto, que a veces se convierte en motivo de conflicto, no debería suponer ningún problema. Para que así sea, recomiendan que ambos hagan un ejercicio de entendimiento: que ella no piense que el silencio de su compañero significa que la está ignorando (la está escuchando, pero no le apetece pronunciar palabra) y que él comprenda que ella no pretende presionarle ni exigirle soluciones (simplemente se está desahogando y quiere que la escuche, sin más).

Rodríguez del Risco añade: “Tiene que existir coherencia entre lo que expresamos y lo que sentimos verdaderamente. De lo contrario, el interlocutor notará que algo pasa y desconfiará de nuestro mensaje«.

Para la experta, además de utilizar un volumen agradable y de modular el tono de voz, es importante adoptar una postura distendida, mirar a los ojos al oyente, sonreírle de vez en cuando y permitirle intervenir en el discurso en lugar de transformar nuestro mensaje en un monólogo. Si funciona, las señales de nuestro interlocutor expresarán que lo que le estamos contando le interesa. «Inclinará su cuerpo hacia adelante, nos mirará de manera directa, asentirá o moverá la cabeza dubitativamente. También es probable que nos toque el brazo o el hombro, lo que es muy buena señal, pues indica que está interactuando con nosotros. Y, desde luego, sonreirá con cierta frecuencia», prosigue.

La sonrisa es un gesto fundamental en la comunicación no verbal, es contagiosa y genera empatía. Según el neurobiólogo Giacomo Rizzolatti, de la Universidad de Parma (Italia), ciertas neuronas que se activan en el cerebro cuando realizamos una acción, también lo hacen cuando observamos a alguien realizándola. «El sistema de espejo te pone en el lugar del otro. La base de nuestro comportamiento social es que exista la capacidad de tener empatía e imaginar lo que el otro está pensando«, apunta el experto.

¿Entonces qué pasa si nuestro interlocutor se aburre escuchándonos?

Imagen: Taringa.net
Imagen: Taringa.net

La psicóloga explica: «Popularmente se cree que si al otro le aburre nuestro discurso bostezará o mirará hacia otro lado, algo que no suele ocurrir porque todos hemos aprendido a contener estos gestos para no ser maleducados«. Sin embargo, agrega, hay otras acciones difíciles de controlar que pueden demostrar falta de interés o incomodidad ante el tema que se está tratando: «recostarnos en el respaldo del asiento y alejarnos del hablante, tragar saliva de forma repetitiva, contraer la frente, aclarar la garganta varias veces seguidas, tocarnos el pelo, juguetear con las joyas o el reloj, arreglarnos la ropa o movernos mucho«.

Fuente: BuenaVida Elpais.com ~ Silvia Cándano Ocaña

Imagen destacada: Cycomparte.com

Revisiones y aportaciones: Vittoria Veri Doldo ~ Health Coach

 

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