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5 reglas para ser la persona más feliz del mundo

Matthieu Ricard es un monje budista y escritor internacional de éxito.

Nacido en Francia y residente en una monasterio Nepalí, es mundialmente conocido por su labor humanitaria, sus charlas y por haber sido el interprete francés del Dalai Lama.

En la década del 2000, investigadores de la Universidad de Wisconsin descubrieron que el cerebro de Ricard producía una cantidad absolutamente inusual de ondas gamma (las relacionadas con el procesamiento cognitivo de alto nivel, la atención, la memoria y el máximo rendimiento mental).

A raíz de esos estudios llevados al cabo con el cerebro de Ricard, los investigadores llegaron a la conclusión que, gracias a sus capacidades naturales y a la forma en que consiguió desarrollarlas, se podía considerar el hombre más feliz del mundo.

En este extracto de la entrevista de David Marchese para el New York Times, Ricard Matthieu explica como encontrar la felicidad gracias a los principios del budismo, a la meditación diaria, al servicio a los demás y a la practica de la compasión.

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“La felicidad no llega automáticamente. No nos la regala un golpe de suerte y nos la arrebata otro. Sólo depende de nosotros. No nos convertimos en personas felices de la noche a la mañana, sino con constancia, día a día y mediante la transformación interior”.

He estado meditando dos veces al día durante probablemente 15 años y siento que he mejorado mi capacidad para controlar mis pensamientos y emociones en lugar de dejar que estos me controlen a mí.

Pero aun así, a veces camino frente a un espejo y tengo un destello extremo de autodesprecio. O me inquieto por una tontería, como encontrar un sitio para estacionar. ¿Esas reacciones desaparecerán algún día? Pues sí. Claro que sí.

Cuando hablamos de compasión, quieres que todos encuentren la felicidad. Sin excepción. No puedes simplemente hacer eso por aquellos que son buenos contigo o cercanos a ti. Tiene que ser universal.

Puedes decir que Putin y Bashar al Assad son la escoria de la humanidad, y con razón. Pero la compasión se trata de remediar el sufrimiento y su causa. ¿Cómo luciría eso?

Puedes desear que se cambie el sistema que permitió que alguien así surgiera. A veces visualizo a Donald Trump yendo a hospitales, cuidando personas, llevando migrantes a su casa. Puedes desear que la crueldad, la indiferencia, la codicia desaparezcan de la mente de estas personas. Eso es compasión; eso es ser imparcial.

Pero ¿por qué la compasión tiene que ser universal? 

Porque es diferente a un juicio moral.

No te impide decir que algunas personas son unos psicópatas andantes, que no tienen corazón.

Pero la compasión es remediar el sufrimiento dondequiera que esté, cualquiera que sea su forma y en quienquiera que lo provoque.

Entonces, ¿cuál es el objeto de la compasión aquí? Es el odio y la persona bajo su poder.

Si alguien te golpea con un palo, no te enojas con el palo, te enojas con la persona. Estas personas de las que estamos hablando son como palos en manos de la ignorancia y el odio.

Podemos juzgar los actos de una persona en un momento determinado, pero la compasión es desear que el aspecto presente del sufrimiento y las causas del sufrimiento puedan ser remediados.

Desde hace un tiempo, la gente te ha llama el hombre más feliz del mundo. ¿Te sientes tan feliz? 

Es una gran broma. No podemos saber el nivel de felicidad a través de la neurociencia.

Es un buen título para que lo usen los periodistas, pero no puedo deshacerme de él. Tal vez en mi tumba dirá: “Aquí yace la persona más feliz del mundo”.

De todos modos, disfruto cada momento de la vida, pero, por supuesto, hay momentos de extrema tristeza, especialmente cuando ves tanto sufrimiento. Pero esto debería encender tu compasión, y si enciende tu compasión, te diriges a una forma de ser más fuerte, saludable y significativa. Eso es lo que yo llamo felicidad.

No es como si todo el tiempo estuvieras saltando de alegría. La felicidad es más como tu centro, donde tocas base. Es a donde llegas después de los altibajos, las alegrías y las tristezas. Percibimos aún más intensamente lo que sucede —mal sabor de boca, ver sufrir a alguien— pero mantenemos este sentido de la profundidad. Eso es lo que aporta la meditación.

¿Alguna vez sientes desesperanza? 

No tiene sentido. Podemos sentirnos tristes si vemos sufrimiento, pero la tristeza no va en contra de una profunda sensación de eudaimonía, de plenitud, porque la tristeza va con la compasión, la tristeza va con la determinación de remediar la causa.

La desesperanza: estás en el fondo del agujero, no hay salida. Eso es fatalismo. Pero el sufrimiento proviene de causas y condiciones. Esas son impermanentes, y la impermanencia es lo que permite el cambio.

Las emociones son como cualquier otra característica de nuestro paisaje mental: pueden cambiar. Podemos familiarizarnos con su proceso; podemos detectarlas a tiempo. Por eso me gusta la idea de Richard Davidson que dice que la felicidad es una habilidad. Puede ser más profunda, estar más presente en tu paisaje mental.

Lidiamos con nuestra mente desde la mañana hasta la noche, pero dedicamos muy poca atención a mejorar la forma en que traducimos las circunstancias externas, buenas o malas, en felicidad o miseria. ¡Y es crucial, porque eso es lo que determina nuestra experiencia diaria del mundo!

¿Qué sugerencia puede dar a las personas que puedan tener en mente para manejar los desafíos de la vida? 

Si pueden, en la medida de lo posible, cultivar esa cualidad del calor humano, deseando genuinamente que los demás sean felices; esa es la mejor manera de satisfacer su propia felicidad. Este es también el estado mental más gratificante.

Esos tipos que creen en el egoísmo y dicen: “haces todo lo que haces porque te sientes bien al respecto”, ese argumento es tan ridículo. Si ayudas a los demás, pero no te importa un pepino, ¡entonces no sentirás nada!

Querer separar hacer algo por los demás de sentirse bien uno mismo es como tratar de hacer una llama arder con luz pero sin calor.

Si intentamos con humildad, con algo de felicidad, aumentar nuestra benevolencia, esa será la mejor manera de tener una buena vida. Ese es el mejor consejo modesto que podría dar.

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Las 5 reglas que Ricard sugiere para recorrer el camino de la felicidad son:
  1. Meditación diaria: consiste en la prática de la atención plena y de la compasión. 
  2. Entrenamiento de la compasión: la compasión es el nucleo central en la filosofía budista. La práctica de ser compasivo no sólo es hacia los demás, sino también hacia uno mismo, es fundamental para encontrar la felicidad duradera.
  3. Practicar el desapego: el desapego nos proporciona la fuerza para no dejarnos llevar por emociones y pensamientos tóxicos y la capacidad de evitar que ambiciones, ego, orgullo, codicia o, simplemente, cosas superificiales ocupen nuestra mente, nuestro tiempo y desgasten nuestra energia.
  4. Servir a los demás: se trata de colaborar en el bienestar colectivo de la forma que sea, con pequeños o grandes actos.
  5. Formación continua y reflexión: es importante estudiar la naturaleza de nuestra mente y reflexionar sobre ella, utilizando un enfoque esperitual e intelectural al mismo tiempo.

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