Coaching, PNL, Inteligencia Emocional

Estrés: ¿cómo se genera y qué efectos tiene en nuestro organismo? [Parte I]

El estado de estrés se produce cuando hay algo que percibimos como una amenaza.  Nuestro organismo reacciona con una serie de respuestas adaptativas para hacerle frente, lo cual activa una serie de procesos a nivel cerebral (principalmente en córtex prefrontal, amígdala, hipocampo, hipotálamo).

Freepik_Austler
Imagen: Freepik_Austler

Hoy en día vemos amenazas potenciales que aún no se han producido, o bien interpretamos como amenazas cosas que no lo son. Somos además capaces de seguir percibiendo como amenazas sucesos o miedos del pasado, pese a que no se podrán materializar ni en el presente ni en el futuro. Son parte de nuestros recuerdos, traumas, fobias, pero los rescatamos y revivimos situaciones de estrés cada vez que pensamos en ello.

En la sociedad actual, por una serie de razones y dinámicas que ahora no detallaré, nuestro día a día está repleto de amenazas (o así creemos), por lo tanto, lo que debería ser un estado excepcional y transitorio de estrés, necesario para salvarnos la vida, ahora es nuestro estado ‘normal’.

Estamos constantemente a la defensiva ‘por si pasa algo’ o ‘por si alguien nos hace algo’.

 

Hemos normalizado el estrés al punto que ni nos damos cuenta de estar constantemente alerta, tens@s, sintiendo miedo, ansiedad, inseguridad, angustia. Todo en nuestras vidas constituye una amenaza potencial.

Desconfiamos de todo y de tod@s, hasta de nosotr@s mism@s (que es lo más grave!). Hasta amar se ha convertido en una amenaza, por si amando nos hacemos daño.

Es una dinámica tan absurda y surrealista pero que, aún así, está acabando con nuestra salud física, mental, emocional y hasta social.

Fisiología del estrés

Analizamos qué pasa cuando se presenta un ‘estresor’:

  1. Percibimos el estresor y lo filtramos sensorialmente a través del tálamo (el aérea del cerebro que procesa la información sensorial y la transmite al cerebro);
  2. El córtex prefrontal – responsable de la toma de decisiones, de la atención y de la memoria a corto plazo – junto con el sistema límbico – el ‘director de orquesta’ de nuestras emociones, por así definirlo – analizan esta nueva situación buscando en los recuerdos para ver si ya se ha vivido y con que respuesta. Si encuentra un antecedente, aplicará la misma respuesta según la experiencia; de lo contrario aplicará una nueva respuesta adaptativa.
  3. Amígdala – donde reside nuestra memoria emocional – e hipocampo – donde reside nuestra memoria explicita – activan la respuesta en nuestro organismo involucrando hipotálamo e hipófisis. Estos últimos constituyen la unidad que controla la función de varias glándulas endocrinas — tiroides, suprarrenales y gónadas — así como muchas de las actividades fisiológicas del organismo. Las interacciones de los sistemas endocrino y nervioso constituyen pues los principales mecanismos reguladores para casi todas las actividades fisiológicas.

Lo que pasa después lo podemos describir en 3 fases:

  1. Estado de alerta – El hipotálamo estimula la parte interna de las glándulas suprarrenales para que éstas secreten adrenalina (responsable de suministrar energía cuando hay una emergencia). Se producirán pues una serie de respuestas como, por ej.: el corazón empieza a latir más rápidamente, aumenta nuestro estado de vigilancia, se altera nuestra temperatura corpórea provocando sudoración etc.;
  2. Estado de defensa – Si el estresor persiste y se mantiene, lo activamos. En este caso las glándulas suprarrenales (pequeñas como un pulgar y situadas por encima de nuestros riñones) empiezan a secretar otra hormona: el cortisol, conocida como la hormona del estrés. El cortisol mantiene los niveles de glucosa en sangre continuos para que cerebro, musculo y corazón tengan energía suficiente en caso de huida. Así que por un lado la adrenalina proporciona energía, y por otro el cortisol asegura la renovación de las reservas de energía. De esta manera garantizan que podamos ‘aguantar’ ese peligro inminente que se está produciendo.
  3. Estado de agotamiento o relajación – La primera se produce si la situación de emergencia/peligro persiste e implica una alteración hormonal crónica, con los consecuentes efectos psico-emocionales y metabólico, ya que las hormonas secretadas pierden su eficacia y se van acumulando en el flujo sanguíneo. Y esto causará una deficiencia de nuestro sistema hormonal con un importante impacto negativo en nuestra salud general. La segunda se produce en el caso contrario y a raíz de las respuestas que nuestro organismo ha activado frente a la emergencia. En este caso pues solventamos la amenaza, interviene la relajación y no hay necesitad de seguir buscando respuestas adaptativas.

De cara a seguir y hablarte del estrés crónico, te invito a reflexionar.

Concretamente te invito a analizar tu día día e identificar las amenazas que se te presentan. Desde las más banales (alguien que te roba la plaza de aparcamiento delante de tus narices cuando llevabas más de media hora buscando y te das cuenta que llegas tarde) a las más complicadas de gestionar.

Se trata de poner atención a cómo te sientes y a las respuestas que – a menudo de forma automática – eliges para gestionar lo que vives y que constituye un estado de estrés para ti.

Si prestas mucha atención, verás como podrás identificar situaciones de estrés que ni eras consciente que lo eran y que tienen un efecto perjudicial en ti.

Seguimos pues hablando de estrés en el próximo post. ¡¡Queda atent@ y no te lo pierdas!!

~

Vittoria Verí Doldo ~ Health Coach

Dejar una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.

Sanate
error: Content is protected !!