Relación de pareja que se rompe: ¿Cómo evitar estar ‘bajo látigo’?
Vivir las relaciones es complicado, es un juego constante de equilibrios contigo mismo y con el resto. Gestionarlas lo es más. ¿Y ahora qué hago con esto que me está pasando?
Es difícil aceptar los cambios, la transformación de lo que se siente, la des-alineación de lo que siente una parte y la otra. ¿Por qué todo no debe seguir igual? ¿Por qué las cosas no deben fluir de la forma que nos hace sentir seguros?
¿Y por qué dejamos de ser los que éramos?
Cuando un equilibrio se rompe, lo primero que olvidamos es si ese equilibrio era real y si realmente nos hacía felices.
La reacción es intentar como podamos recuperar lo que había y que ya no existe desde hace tiempo y que, en algún caso, probablemente nunca ha existido. Dentro de nosotros lo sabemos, pero el dolor es demasiado grande para aceptarlo.
Cuesta bajar del trono, ese lugar que pensábamos tener en la vida de la otra persona.
Cuanto más vemos que no tenemos ese lugar, más nos resistimos y nos oponemos.
No estamos preparados para respetar y aceptar la decisión del otro. Ni para aceptar nuestra parte de responsabilidad en lo que estamos viviendo. Y nos imponemos, de una forma u otra.
Y esto nos hace estar constantemente bajo látigo.
Creamos un escenario en que la otra persona, en cualquier momento, encuentra forma, espacio, motivos para golpearnos. Hasta le indicamos donde golpear para que duela más, con nuestros actos, con nuestro no decir lo que realmente pensamos o sentimos, con la sumisión y con la resistencia.
Transmitimos de una manera distorsionada la necesidad de ese ‘volver’, pero desde la frustración, desde el dolor, desde la rabia, todo disfrazado de cordialidad y del soportar. Y esto, antes o después, rebota.
Si ya la sensación de separación, de distancia, de fracaso, de miedo era presente, ahora se hace más grande. Nos vemos a punto de caer desde el acantilado pensando, atónitos, que al otro le da absolutamente igual. No somos capaces de poner limites, de decirle al otro ‘hasta aquí hemos llegado’, sobre todo cuando el daño que nos hace no lo provocamos y es gratuito.
¿Qué hacer?
Darse tiempo.
Y permitirse sufrir cuando hay que sufrir, cabrearse cuando hay que cabrearse, tolerar cuando hay que tolerar, rebelarse cuando hay que rebelarse, conformarse cuando es lo más lógico y útil que hay que hacer en una situación determinada. Y esforzarse para no estancarse en esas emociones. Sostenerlas un rato y transitarlas. Encontrar la fuerza para salir de ellas, solos o con ayuda.
Esto también es Amor.
Es amor hacia uno mismo, es respetar lo que sentimos lo cual hará que respetemos lo que siente el otro, nos guste o no. Y nuestro mensaje, de allí, siempre llegará.
Ningún corazón olvida. El corazón sigue guardando sitio para todo y para todos desde el Amor. Es desde ese punto de donde no nos movemos, no se le quita espacio a nadie. Ese espacio es infinito aunque esto no implica que estemos en las vidas de los demás a toda costa o como a nosotros nos gustaría.
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Imagen destacada: Hqwalls4u.com
© Autor: Vittoria Veri Doldo ~ Health Coach
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