Coaching, PNL, Inteligencia Emocional

El cuerpo enferma cuando no hay conciencia

El cuerpo nunca está enfermo o sano, sino que en él se manifiestan las informaciones de la mente.

Lo que se refleja en el cuerpo es expresión de la información o imagen correspondientes que hemos producido en el desde la mente.

En realidad, la enfermedad nos afecta en el plano de la conciencia, mientras el síntoma nos afecta en el plano corporal.

El síntoma captura nuestra atención e interrumpe nuestra vida normal, empezando desde su manifestarse a absorber energía. Dicha interrupción resulta molesta porque no nos permite seguir viviendo en nuestra zona de confort y tranquilidad.

Cuando acusamos un síntoma, nuestro primer instinto es luchar contra el.

Imagen: Google.com
Imagen: Google.com

Luchar no significa entender lo que pasa y luego sanarlo, sino más bien eliminar cuanto antes el problema.

Es notorio como la medicina tradicional ejerce un rol fundamental que es curar.

Sin embargo la curación médica ataca los síntomas con el fin de eliminarlos, pero esto no implica que siempre sea capaz de llegar a las causas que los provocan.

Difícilmente la medicina tradicional interpreta el síntoma, yendo más allá del dolor físico. O bien acompañando el paciente a descubrir qué pudo provocar en su interior esta des-armonía.

Los síntomas físicos son una expresión de la infinita sabiduría del cuerpo y una de las herramientas más poderosa de la que disponemos para sanar.

La enfermedad, de hecho, indica que la persona ha dejado de estar en armonía en sus centros – mental, emocional, físico, energético – y por esto se empieza a generar un síntoma, para que paremos, nos escuchemos y entendamos qué ha provocado esta perdida de equilibrio.

Cuánto más desatendemos el síntoma, más este se expande para que le prestemos atención. Cuánto menos le prestamos atención, más se propagará en el cuerpo hasta generar una enfermedad.

Y recuerda: cada emoción tiene un lugar, una ubicación exacta en nuestro cuerpo y es allí donde se manifiesta el síntoma. Esto facilita interpretar el síntoma y comprender el problema.

En el momento en que el cuerpo enferma necesitaremos, obviamente, intervenir a través de la medicina para curarlo, pero los fármacos no lo curan todo y no van a la raíz del problema. A veces pueden ser hasta contraproducentes para la curación.

Hay algunas tipología de enfermedades, como por ejemplo las que afectan la piel, que en un gran numero de casos no se resuelven con el uso de los medicamentos, sino más bien se vuelven más resistentes y persistentes.

Lo mismo pasa con las enfermedades que afectan nuestro microbioma.

O bien con las ‘enfermedades silenciosas‘, las que nadie ve o entiende pero que quien las sufre padece mucho, no solo a nivel físico sino también a nivel psico-emocional, como la fibromialgia, por ejemplo.

Así como con las enfermedades que derivan del sobrepeso.

Especialmente en estos casos (te cito solo algunos porque hay tantísimas otras enfermedades con las que pasa lo mismo), como los fármacos que se prescriben son varios y suelen ser bastante potentes, se genera un efecto rebote.

El síntoma se manifiesta de manera más violenta, grita más para llamar la atención y solicitar otro tipo de reacción y solución.

Te hago un inciso importante.

No es que la enfermedad y los síntomas tengan como única origen la mente. Los efectos y consecuencias de ésta se acompañan de numerosos factores exógenos , que no dependen de nosotros.

Factores ambientales, desórdenes o problemas metabólicos, factores genéticos, hábitos alimentarios, estilo de vida, influyen o hasta pueden ser el detonante que hace disparar el problema. Así como lo que proyecta la mente afecta el cuerpo, lo que desde fuera nos afecta también repercute en la mente. Puede ser un loop que, finalmente, no nos beneficia.

Todo suma, aunque la mente es el elemento más poderoso, tanto a la hora de enfermar como a la hora de sanar.

Pero, cómo funciona esto de la mente, te preguntarás.

Pues, la forma en que reaccionamos frente a los acontecimientos genera un mensaje emocional que el cuerpo absorbe.

Imagen: Proyectosalud.com
Imagen: Proyectosalud.com

Nuestras reacciones dependen de nuestras creencias, o sea de como vemos la realidad según nuestro mapa o guion de vida.

Tod@s interpretamos la vida a través de ese guion y enlazamos lo que nos ocurre a los registros que existen en nuestro cerebro.

La experiencia que vamos acumulando durante nuestro camino se almacena en la mente. Se trata de crear, pues, un registro de situaciones para que sepamos, en todo momento, reaccionar de una forma que nos garantice la supervivencia.

Con el tiempo, muchos de estos registros se hacen obsoletos y, en lugar de ser un guion en base al cual saber actuar, se convierten en un obstáculo que nos impide avanzar. Y, en el peor de los casos (y pasa a menudo), nos hacen interpretar la realidad de una forma distorsionada.

No funcionamos tod@s igual, obviamente. La manera en que interpretamos la vida depende de las experiencias que cada un@ hemos almacenado en nuestro subconsciente. Esto varia obviamente de persona a persona.

Es más! Una determinada situación puede traducirse en amenaza para algunos y en desafío para otros. Ambas situaciones aparentemente iguales generan emociones diferentes.

La forma en que cada uno las elabora dependerá de muchos factores y circunstancias personales y externas.

Pero, hay un hecho irrefutable: una reacción positiva generará pensamientos que nos retro-alimentarán de forma saludable, y nos moverán hacia acción, expresión, apertura.

El registro que se creará en nuestro subconsciente será de la misma índole. Está claro.

Una reacción negativa generará alarma y por lo tanto pensamientos limitantes que ejercerán un efecto negativo en nosotros.

En estos casos, difícilmente nos moverán hacia una acción o expresión constructivas, ni a abrirnos a vivir sin miedo el acontecimiento concreto.

Por lo tanto, cada situación/reacción creará un registro o creencia que la mente volverá a buscar en cada caso en que se encuentre a vivir el mismo acontecimiento y/o emoción asociada, o bien algo que se le parezca. Por ende, la reacción será: replicar el mismo patrón.

Identificar nuestras necesidades interiores, aprender a expresarlas y entrenar la mente para mantener una actitud positiva es fundamental para conseguir resultados exitosos en nuestra vida.

El objetivo es impulsar la toma de conciencia para que, en todo momento, podamos detectar qué emoción nos atraviesa y qué reacción nos provoca, y así responder a la necesidad consecuente en la forma y medida correctas. Aquí y ahora.

Este proceso de autoconocimiento permite depurar nuestra mente de aquellas creencias limitantes y pensamientos tóxicos que determinan la baja autoestima  y la sensación de no control de las cosas que nos ocurren.

Sentimientos de culpa, dolor, ira, impotencia, frustración etc. causan un desequilibrio si no les damos voz y respuesta. Recuperar confianza y seguridad en uno mismo hace que dejemos actitudes de boicoteo de nuestras necesidades interiores y de evitación del auto critica.

Todo cambio profundo empieza dentro de nosotros y se refleja dentro de nosotros y en nuestra imagen. Está en nuestras manos decidir cómo queremos sentirnos y ser el digno reflejo de ello.

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Vittoria Veri Doldo ~ Health Coach

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